Los seudónimos en los libros

A raíz de los Premios Planeta 2021, muchos lectores nos llevamos una sorpresa de esas que hacen historia. La ganadora, Carmen Mola, autora conocida por su exitosa novela La novia gitana, era hasta entonces un misterio. Se decía que era una profesora madrileña, discreta, que prefería el anonimato y evitaba los actos públicos. Pero, como suele ocurrir, la verdad salió a la luz… y con fuerza.

La 70ª edición del Planeta nos trajo no solo una obra premiada, sino también una revelación inesperada: Carmen Mola no era una mujer, ni un hombre, sino tres hombres escribiendo bajo un mismo seudónimo. Ellos son Agustín Martínez, Antonio Mercero (hijo del querido director de Verano Azul) y Jorge Díaz. ¿La novela ganadora? La bestia, un thriller histórico del que, te prometo, hablaremos pronto en el blog.

Este caso ha puesto sobre la mesa una pregunta tan antigua como vigente: ¿por qué algunos autores y autoras deciden esconderse detrás de un nombre que no es el suyo?

Seudónimos por necesidad… y por elección

A lo largo de la historia, muchas escritoras se han visto obligadas a esconder su identidad por la simple razón de ser mujeres. Publicar con un nombre masculino era, en algunos casos, la única forma de que sus obras vieran la luz. Es el caso de las hermanas Brontë, que firmaron como Currer, Ellis y Acton Bell. O de Cecilia Böhl de Faber, que con el respaldo de su madre publicó bajo el nombre de Fernán Caballero, escapando así del rechazo que sufría como mujer escritora.

En estos casos, el seudónimo fue una vía para abrirse paso en un mundo editorial dominado por hombres. Pero con el tiempo, el motivo cambió.

Ya en épocas más recientes, algunos autores han optado por cambiar de nombre no por necesidad, sino por experimentar con otros estilos, probar nuevos registros o dirigirse a públicos distintos. Un ejemplo muy conocido es J.K. Rowling, que tras el fenómeno Harry Potter, firmó como Robert Galbraith cuando publicó El canto del cuco, una novela policiaca orientada a un público más adulto. Las críticas fueron estupendas… hasta que se descubrió quién era realmente el autor.

Incluso la gran dama del misterio, Agatha Christie, firmó como Mary Westmacott hasta en seis novelas románticas, entre ellas Un amor sin nombre, publicada justo cuando presentó a Miss Marple por primera vez.

Otros nombres, otras razones

También ha habido quienes se cambiaron de nombre por razones personales. Pablo Neruda, cuyo verdadero nombre era Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, lo hizo para evitar el disgusto de su padre, que no aceptaba tener un hijo poeta. Algo parecido le sucedió a George Orwell, que en realidad se llamaba Eric Arthur Blair.

Hoy día, el uso de seudónimos sigue vigente, pero con un matiz más comercial. Algunos autores construyen auténticos personajes alrededor de ese nombre. Un ejemplo muy popular es La Vecina Rubia, una escritora anónima que jamás ha mostrado su rostro y, sin embargo, tiene miles de seguidores fieles que la leen y la admiran.

Y tú, ¿cómo ves todo esto?

¿Te parece bien que en pleno siglo XXI algunos autores se oculten tras un nombre ficticio?
¿Conoces otros casos que no haya mencionado aquí? Seguro que sí, ¡hay tantos que podríamos llenar páginas y páginas!

Lo que está claro es que el millón de euros del Premio Planeta fue suficiente para que Carmen Mola —o mejor dicho, sus tres autores— dejaran a un lado el misterio y revelaran su identidad. Y es que, como bien sabemos todos… el dinero también escribe su propia historia.

Por cierto, hablando de dinero, en la novela que estoy escribiendo, el dinero es casi un personaje más. Un motor silencioso que mueve pasiones, decisiones y distancias. Ya te iré contando…

Como siempre, gracias por estar al otro lado, por formar parte de este rincón llamado Un ratito de libros.
Un fuerte abrazo,
Diego Santos

P.D. Si te apetece seguir explorando historias curiosas, autores escondidos y libros que dejan huella, pásate por mi página web: diegosantosmarquez.com
Seguro encuentras algo para pasar un buen ratito.

10 Comments

  • Ana Quintero Posted 11 de mayo de 2025 10:09

    No sé qué opinar al respecto, puesto que antiguamente era más una necesidad en ocasiones y hoy en día no.
    Me gusta saber la realidad de las cosas para poder conocer bien a la persona, en este caso que estamos, pero a su vez me gusta el misterio y sorpresa que me causan el Seudónimo

    • Diego Santos Márquez Posted 11 de mayo de 2025 10:35

      Gracias Ana. ¡Un abrazo!

  • Lilian Posted 11 de mayo de 2025 10:53

    Buenos días, el mundo literario esconde infinidad de secretos e intrigas.. supongo que en esos años con una sociedad un “poquito “ cerrada y con muchos prejuicios.. a muchos no les habrá quedado otra opción que esconderse tras un seudónimo.. sea como fuere .. no deja de estar rodeado de misterio lo que lo hace todavía mas apasionante..
    Buen domingo a todos

    • Diego Santos Márquez Posted 11 de mayo de 2025 11:27

      Gracias Lilian. ¡Un abrazo!

  • Juan José Posted 11 de mayo de 2025 11:06

    Diego, muy buena tu exposición en el tema de hoy.
    Mi opinión al respecto es que me parece bien que alguien que haya tenido un gran éxito en un campo literario concreto, y quiera experimentar y sumergirse en otras experiencias literarias. Tema la no aceptación de sus lectores en general, y por tanto pongan en entredicho el trabajo de toda su buena obra literaria anterior.
    Por tanto pongan, si existe esa posibilidad. Porque no?.
    Buen domingo,

    • Diego Santos Márquez Posted 11 de mayo de 2025 11:28

      Gracias Juan José. ¡Un abrazo!

  • Mercedes Posted 11 de mayo de 2025 11:40

    Cómo bien expones, ha habido, y hay varias razones por las que a lo largo de la historia de la literatura los autores y autoras han utilizado el pseudónimo. Todas ellas son respetables y me parece bien que se utilice aunque en realidad, más tarde o más temprano, siempre se descubre » la verdad». Otra autora , obligada por las circunstancias a usar pseudónimo fue Amantine Aurore Lucile Lupin de Dudevant, novelista y periodista francesa , adelantada a su tiempo y conocida popularmente cómo George Sand. Un saludo.

    • Diego Santos Márquez Posted 11 de mayo de 2025 11:59

      Gracias Mercedes. Sí, George Sand es otro ejemplo de ello. ¡Un abrazo!

  • Carmen Sánchez Gijón Posted 11 de mayo de 2025 12:08

    Me alegra que saques este tema. El seudónimo a veces es un recurso necesario, sobre todo en épocas pasadas.

    Durante mucho tiempo las escritoras que querían ver sus obras publicadas tenían que firmar con seudónimo masculino. Era la úúnica forma de que su obra saliera a la luz. El caso de Carmen Mola me resulta indignante. Tres hombres se apropian del nombre de una mujer para aprovechar el tirón que hoy en día tienen las escritoras. Es puro marketing, y no me hace gracia que se beneficien de los pocos premios y reconocimientos que reciben las mujeres. Todavía siguen siendo estadísticamente minoritarias las publicaciones de escritoras, a pesar de ser las que más leen y escriben.
    Buena tarde de domingo!!!!

    • Diego Santos Márquez Posted 11 de mayo de 2025 12:18

      Gracias Carmen. Muy de acuerdo con tu exposición. ¡Un abrazo!

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